¿Qué es el Arteterapia?
En este Gabinete, el Arteterapia y la práctica clínica están entrelazados sin fronteras porque el abordaje humanista es integrador.
Echemos la vista atrás, muy atrás, milenios atrás y comprobemos como la Humanidad ha usado, desde siempre, la creación artística para expresar sentimientos, en solitario o en comunidad, para celebrar, ritualizar o explorar transformando su paisaje, su realidad. Podríamos decir que el Arteterapia existió en fase embrionaria durante varios milenios, desde antes de la Edad Antigua. Se pintaba de forma rupestre interiores de cuevas, construyendo dólmenes y tantas otras estructuras simbólicas.
Sólo recientemente, en el siglo XX, a la unión de la medicina y del arte, se junta la filosofía existencialista y se sistematiza la Terapia a través de Artes Expresivas. Esta es la cuna oficial del Arteterapia, cómo me referiré a partir de ahora.
El Arteterapia parte del presupuesto de que la creación artística está al alcance de todos los seres humanos, independientemente de sus talentos naturales. En este Gabinete, el Arterapia y la práctica clínica están entrelazados sin fronteras porque el abordaje es humanista. Se estimula en un ambiente seguro- como lo pretende ser esta sala de consulta- y enriquece la capacidad de intervenir sobre sus propias circunstancias, transformándolas. El arteterapeuta acompaña a la persona y/o al grupo que piden ayuda para lidiar con su sufrimiento psicológico a través de la estimulación de su proceso creativo. Así se activan la comunicación, el juego, la imaginación, la reflexión y resignificación, de esta forma ampliando su capacidad de acción sobre la realidad.
Cuando uno se encuentra en un momento vital difícil, por lo general, necesita más certezas y control, y precisamente son estas las que debemos abandonar para empezar a crear. Aquí es donde el encuadre del trabajo arteterapéutico que mantengo se vuelve fundamental porque refuerza a la vez que resuelve esta paradoja. Preservo la seguridad del espacio de creación (“aquí no hay juicios”, “todo está bien si es auténtico”) de tal forma que los pacientes pueden asumir riesgos (“¿Y si no me sale? “¿Y si me sale mal?”; “No sé dibujar…”) y se permiten la revelación de sorpresas y de respuestas que albergaban dentro suyo. Estos momentos dulces y de enorme riqueza ocurren a menudo después de períodos de confusión, descreencia y, finalmente, valor para abandonar la racionalidad y entregarse a un procesamiento mental fluido entre ambos hemisferios, que así permite ahondar en la auto-comprensión.
Más allá de la exposición filosófica de necesidad de abandono de cualquier certeza para crear, quiero subrayar la conexión del proceso creativo y sus resistencias a una polaridad vital básica, a saber, la de omnipotencia-impotencia. Esta polaridad se trabaja reiteradamente en terapia y se manifiesta particularmente en la creación artística, invitando a que los conflictos del mundo cotidiano libren su batalla en una hoja de papel, por ejemplo. El diálogo entre los varios “tengo que poder” (omnipotencias) y los “no puedo hacer nada” (impotencias) se abordan de una manera directa y más estética a través de la creación artística. A veces se logra una verdadera alquimia entre peso y ligereza.
La creación propia nos puede recordar o revelar elementos que no eran percibidos conscientemente, sugerir conexiones, hacer reír, desdramatizar, bien sea a través de la obra o del proceso de crearla.
Es en la exploración de lo que suscita el trabajo, tanto en su aspecto final, como en el proceso de desarrollarlo que se despliega el Arteterapia. Llamo vivencia estética a la percepción estética de la experiencia durante la creación y en su contemplación. Indefinido, contundente, inmediato, progresivo, dulce o crudo: el impacto de la vivencia estética nos transforma y es la base para aquella exploración. La vivencia estética no conoce patrones sociales, ni culturales. Es esencialmente humana e idiosincrática a la sensibilidad de quien la experiencia, asequible a cualquiera que se entregue a lo que siente. Su correlato corporal perceptible y evidentemente variadísimo (un escalofrío, una aceleración cardíaca, una relajación muscular) es el rastro que deja su paso y de los más nutritivos alimentos del alma.
La activación sensorio-motora a través del contacto con la textura, el olor, el peso de los materiales de creación es un excelente calentamiento para recibir los insights que se dan en sesión. Esa apertura sensorio-motora facilita de entrada la asociación creativa de ideas y además prepara el campo para sembrar un correlato sensorial. ¿Cuántos escalofríos, aceleraciones cardíacas, sensaciones orgánicas han inmortalizado en la memoria instantes luminosos de autocomprensión?